No hace mucho tiempo, en un pueblo aterrador de apenas 50 habitantes, ocurrió un suceso que se les quedó grabado en las entrañas, y nunca podrán olvidar.
Este pueblo poseía una vivienda antigua, descuidada y medio en ruinas de dos pisos. En el piso de abajo no vivía nadie, pero en el piso de arriba, residía una familia de tres: la madre, el padre y la hija de diez años. La niña era preciosa, rubia y de ojos azules, un azul como el cielo en verano, como el mar cuando está en calma.
Los padres eran muy violentos y la maltrataban sin razón alguna. Incluso a veces le retiraban el alimento y le negaban el agua, hasta la golpeaban por placer.
Un día, los vecinos vieron cómo la familia se largaba del pueblo de madrugada, para que nadie les viera, pero no vieron a la niña y nunca se supo nada de ella, hasta que…
Tres años después, una pareja recién casada, a pesar de los rumores, decidió comprar el piso de abajo. No les incomodaba mucho ya que aquella familia se había ido hacía hace mucho tiempo, y el lado positivo era que no tendrían vecinos y que no escucharían los ruidos que una persona común hace.
Después de un día muy agotador llevando cajas de un lado para otro, poniendo los muebles en su sitio y limpiando la casa, decidieron tomarse un descanso y se fueron a dormir.
Súbitamente, escucharon un ruido que les hizo saltar de la cama. Eran unos pasos en el piso de arriba. Los pasos se escuchaban cada vez más y más fuertes. Luego, percibieron una voz cantando, pero aquella voz no era de ningún hombre o de ninguna mujer, sino de una niña.
La pareja, atemorizada, decidió ir al piso de arriba a investigar quién estaba dentro, ya que aquella casa había estado deshabitada durante 3 años y pensaron que podría ser un ocupa.
A medida que se iban acercando al piso de arriba, los ruidos se hacían cada vez más fuertes. Lo primero que hicieron fue tocar la puerta: “toc, toc, toc”. Repentinamente, todos los pasos y las voces cesaron. La pareja estaba cada vez más nerviosa y trataron de abrir la puerta pero, como cabía esperar estaba cerrada.
El hombre le dijo a su mujer que fuera a pedir ayuda y esta le hizo caso. Cuando esta se fue, el hombre siguió insistiendo tocando la puerta o intentando abrirla. Pero fue en vano. Así que decidió mirar por la cerradura. Cerró un ojo y empezó a mirar. No se lo podía creer, todo estaba azul, un azul como el cielo en verano, como el mar cuando está en calma...
Nora Morales
No hace mucho tiempo, en un pueblo aterrador de apenas 50 habitantes, ocurrió un suceso que se les quedó grabado en las entrañas, y nunca podrán olvidar.
Este pueblo poseía una vivienda antigua, descuidada y medio en ruinas de dos pisos. En el piso de abajo no vivía nadie, pero en el piso de arriba, residía una familia de tres: la madre, el padre y la hija de diez años. La niña era preciosa, rubia y de ojos azules, un azul como el cielo en verano, como el mar cuando está en calma.
Los padres eran muy violentos y la maltrataban sin razón alguna. Incluso a veces le retiraban el alimento y le negaban el agua, hasta la golpeaban por placer.
Un día, los vecinos vieron cómo la familia se largaba del pueblo de madrugada, para que nadie les viera, pero no vieron a la niña y nunca se supo nada de ella, hasta que…
Tres años después, una pareja recién casada, a pesar de los rumores, decidió comprar el piso de abajo. No les incomodaba mucho ya que aquella familia se había ido hacía hace mucho tiempo, y el lado positivo era que no tendrían vecinos y que no escucharían los ruidos que una persona común hace.
Después de un día muy agotador llevando cajas de un lado para otro, poniendo los muebles en su sitio y limpiando la casa, decidieron tomarse un descanso y se fueron a dormir.
Súbitamente, escucharon un ruido que les hizo saltar de la cama. Eran unos pasos en el piso de arriba. Los pasos se escuchaban cada vez más y más fuertes. Luego, percibieron una voz cantando, pero aquella voz no era de ningún hombre o de ninguna mujer, sino de una niña.
La pareja, atemorizada, decidió ir al piso de arriba a investigar quién estaba dentro, ya que aquella casa había estado deshabitada durante 3 años y pensaron que podría ser un ocupa.
A medida que se iban acercando al piso de arriba, los ruidos se hacían cada vez más fuertes. Lo primero que hicieron fue tocar la puerta: “toc, toc, toc”. Repentinamente, todos los pasos y las voces cesaron. La pareja estaba cada vez más nerviosa y trataron de abrir la puerta pero, como cabía esperar estaba cerrada.
El hombre le dijo a su mujer que fuera a pedir ayuda y esta le hizo caso. Cuando esta se fue, el hombre siguió insistiendo tocando la puerta o intentando abrirla. Pero fue en vano. Así que decidió mirar por la cerradura. Cerró un ojo y empezó a mirar. No se lo podía creer, todo estaba azul, un azul como el cielo en verano, como el mar cuando está en calma...
Nora Morales